Las
cabras y el monte
Una de las
visiones constantes que uno tiene, especialmente en el downtown de Montreal, es
el de los homeless (sans abri, les dicen
por estos lares). Y es que el horario de uno de mis primeros trabajos, cuando
aún no compraba un auto, me obligaba a hacer el commute de transporte público
en una de las estaciones más céntricas de la ciudad y ahí estaban,
invariablemente, algunos de ellos.
La rutina
me hizo familiarizarme con aquellos que se cubrían de la lluvia o del frío en la
estación Square Victoria y, salvo el mal olor que despedían, no había algo que
realmente me molestara. Es más, con el tiempo mi dotes de antropólogo urbano
(es decir de pinche entrometido) se especializaron y comencé a observarlos.
Para el ojo poco entrenado se habría tratado solamente de indigentes comunes y corrientes, la mayoría inofensivos.
Para el ojo poco entrenado se habría tratado solamente de indigentes comunes y corrientes, la mayoría inofensivos.
Vamos, homeless hay en TODAS las ciudades, pero estos en particular llamaban mi atención. Primero porque no tenían el aspecto de los clásicos: el del junkie, el del teporocho o simplemente el de vagos comunes y corrientes. A fuerza de topármelos diario y a la misma hora, me di cuenta de que tenían ciertas características muy particulares.
Una de esas
era que parecía que vivían en una realidad alterna. Locos, pues. Y como los
mexicanos tenemos eufemismos para todo, hay –cómo no– algunos para decir que
alguien perdió la razón, por ejemplo que vive en la casa de la risa o que se
le fueron las cabras al monte.
Había uno
en el que era especialmente evidente que su rebaño de bovinos estaba
pastando muy lejos, pero parecía que a ratos alguna cabra volvía al corral, lo
que le significaban ciertos destellos de lucidez. Los cables le volvían a
funcionar y el individuo regresaba a esta dimensión.
No soy un
experto en psiquiatría ni nada por el estilo, pero su comportamiento era por
demás extraño y gracias muchas horas de ocio mientras esperaba el autobús de media
noche, así como a ciertas eventualidades (una vieja película a medio ver en la
TV y una conversación fortuita con una profesora de la UQAM), fue que conocí
una terrorífica historia de la que me siempre he creído que alguno de estos
personajes fue protagonista.
No lo puedo
asegurar, pero al menos es buen pretexto para contárselas. Ahí les va:
Los húerfanos Duplessis
Uno de los
más grandes escándalos en la historia de esta ciudad es el abuso que durante la
década de 1940-1950 se dio a los llamados huérfanos Duplesisis.
Se trata de
niños huérfanos o abandonados –generalmente nacidos fuera del matrimonio, pues
en esa época la rigidez moral de esta sociedad era extrema– y que fueron
dejados a cargo de instituciones oficiales del gobierno del entonces primer
ministro Maurice Duplessis.
En esos
años tanto los huérfanos como las escuelas estaban a cargo del gobierno
provincial, que junto con la Iglesia Católica administraban ese
tipo de instituciones (entre muchos otros).
Ambas
entidades, el gobierno y la Iglesia, desarrollaron una estrategia para obtener
fondos federales para la manutención de orfelinatos y escuelas. El problema era
que los fondos federales estaban etiquetados para instituciones de salud en
general y de salud mental en particular.
Para
obtener más dinero fueron tomadas dos decisiones. Ambas malas: la primera fue
reclasificar los orfelinatos católicos como unidades de cuidado mental y la
segunda, y la peor, fue que cuando ya no les fue posible reclasificar el
“giro”, se decidió enviar a miles de niños, COMPLETAMENTE SANOS, a verdaderos manicomios.
Algunas de
esas instituciones fueron el hospital Mont-Providence (hoy
Rivière-des-Prairies), el Hospital Protestante de Vedun (hoy Hospital Douglas)
o el St-Jean-de-Dieu (actualmente Hospital Louis-H.-Lafontaine) entre otros
tantos.
En los años
siguientes algunos de estos niños decidieron denunciar los malos tratos, los
abusos físicos y sexuales extremos que sufrieron así como las condiciones de
esclavitud virtual en la que vivieron mientras estuvieron confinados.
Incluso en los años 90 algunos de ellos encontraron copias de sus expedientes médicos falsificados, mismos que habrían justificado su retención en esos centros. Una auténtica historia de terror.
Incluso en los años 90 algunos de ellos encontraron copias de sus expedientes médicos falsificados, mismos que habrían justificado su retención en esos centros. Una auténtica historia de terror.
Limpeza de conciencia
El
escándalo se desató y en 1999, tras un controversial proceso de limpieza de
conciencia (que incluyó una disculpa pública del gobierno de Bernard Landry,
del Parti Quebecois y una ridícula
suma de compensación).
Los huérfanos lo rechazaron y en 2001 el gobierno ofreció a algunos de ellos una compensación –limitada a solamente 1,100 personas– de $10,000 más $1,000 por cada año que estuvieron confinados. Algunos huérfanos sobrevivientes recibieron hasta $25,000 dólares cada uno.
Los huérfanos lo rechazaron y en 2001 el gobierno ofreció a algunos de ellos una compensación –limitada a solamente 1,100 personas– de $10,000 más $1,000 por cada año que estuvieron confinados. Algunos huérfanos sobrevivientes recibieron hasta $25,000 dólares cada uno.
Pero otros
no tuvieron tanta suerte. Declarados incapacitados mentales, un gran número
fue además sujeto a experimentación médica durante el tiempo que duró su
reclusión. Las prácticas incluían el uso de drogas que les provocaban
convulsiones o akinesia, una pérdida
total o parcial del control de sus movimientos corporales, lobotomías y
electroshocks.
Muchos de ellos,
evidentemente, murieron. En ese entonces una ley permitía a la Iglesia vender
los cuerpos no reclamados a las escuelas de medicina. El negocio era redondo.
El grupo de
huérfanos sobrevivientes y las asociaciones que los apoyan exigieron al gobierno
realizar una investigación pública e incluso exhumar cientos de cadáveres de
esos niños (que probablemente están en un cementerio abandonado de la zona este
de Montreal) para realizar autopsias y esclarecer la verdad. Sin embargo, y en
2004 el gobierno rechazó esta posibilidad.
Fábrica de desadaptados
Los niños
que no murieron, después de haber sufrido múltiples abusos y tras haber tenido
una infancia completamente anormal, fueron lanzados a las calles cuando
cumplieron la mayoría de edad. Sobra decir que no contaban con la más mínima
preparación para enfrentar la vida adulta, y lo que es aun peor, salían al
mundo con un handicap considerable.
No es
difícil imaginar el resto del cuento: suicidas, criminales, HOMELESS, y toda
clase de personas atormentadas por una salud deteriorada tras años de
experimentos y con todo tipo de comportamientos disfuncionales.
Y aunque la
esperanza de vida de los huérfanos de Duplessis está muy por debajo de la media
nacional, en 2010 la prensa estimaba que solamente entre 300 y 400 sobrevivían.
Actualmente
los sobrevivientes estarían rondando los 60 o 70 años y me imagino que su
comportamiento sería parecido al que vi en aquellos homeless que se abrigaban de las
inclemencias del tiempo mientras yo esperaba un autobús a la media noche.
Por eso no
es tan descabellado pensar que alguno de esos, era un huérfano Duplessis.
Si quieren
saber más, va una lista de referencias serias sobre el tema mientras practican
su francés :
- Orphelins de Duplessis, enfants
d'asile, Radio-Canada.
- Orphelins de Duplessis: Bruno Roy dénonce la conspiration de
l'Église et de l'État.
- Le Comité des orphelins et des orphelines
institutionnalisés de Duplessis (COOID)
- Le Mouvement Retrouvailles
Películas y
programas de TV
- Les orphelins de Duplessis, serie 4 episodios. Producción
Télé-Action, Diffusion Société Radio-Canada, 1997.
- Nestor et les oubliés de Benoît Pilon, Films Seville,
2007, 75 minutes.
Novela
- Le Syndrome E de Franck Thilliez (2010)
Wow!!! Que historia, sobretodo pensar que son personas desprotegidas y lanzadas a un mundo brutal, yo pasé por Montréal y me daba ansia ver esa situación, ahora comprendo un poco más.
ResponderEliminarGracias por compartir